viernes, 9 de enero de 2009

Té verde y antibióticos

En el último encuentro de la Society for General Microbiology, celebrado en Edimburgo el pasado mes de marzo, el científico egipcio Mervat Kassem de la Universidad de Alejandría, en Egipto, presentó los resultados de su reciente estudio en el que demuestra la efectividad de la combinación de antibióticos y té verde frente a 28 microorganismos patógenos causantes de enfermedades. En esta investigación, todavía en fase preliminar, el té verde aumentó la actividad bactericida de todos los antibióticos probados.


Aumento de la eficacia contra las bacterias

El té verde ("Camelia sinensis") es una bebida muy común en Egipto, que la gente consume incluso cuando está enferma, junto con los medicamentos. Por esta razón los investigadores han querido comprobar cómo podría intervenir concretamente en la acción de algunos de los fármacos más ampliamente consumidos, como son los antibióticos. Los resultados iniciales, aunque todavía no se han comprobado en personas, han demostrado que la infusión de té verde, además de mejorar la eficacia de los antibióticos, también parece reducir la resistencia que algunas bacterias han desarrollado frente a los medicamentos de este tipo.


Aunque el efecto protector del sistema inmunitario hace que la gran mayoría de las bacterias sean inofensivas, algunas son patógenas y pueden causar enfermedades infecciosas, como el cólera, la salmonella y el ántrax, entre otros. Los antibióticos son efectivos porque inhiben diversos procesos del ciclo de vida de estos microorganismos.

En el estudio egipcio se ha observado que el té verde beneficia la acción de los antibióticos de amplio espectro como la tetraciclina, que inhibe el crecimiento bacteriano, y el cloranfenicol, que actúa penetrando en el microorganismo y uniéndose a las estructuras que sintetizan las proteínas, de forma que impide su crecimiento y su desarrollo. Concretamente el efecto aniquilador del cloranfenicol administrado junto al té verde aumentó en un 99,9% en comparación con su administración en solitario.


Los polifenoles del té

Los polifenoles, compuestos químicos esenciales en la fisiología de las plantas, intervienen en la pigmentación, el crecimiento, la reproducción y la protección contra plagas. Algunos dependen de la luz solar, por lo tanto, se encuentran en mayor concentración en las hojas y partes externas de la planta. Su contenido varía en las diferentes plantas. En el té verde destacan cuatro polifenoles, comúnmente llamados catequinas. Algunos de ellos parece ser que con un papel interesante en la lucha contra las bacterias.

Dos de los antibióticos más ampliamente usados son la penicilina y la cefalosporina. Son bactericidas, es decir, matan a la bacteria. Lo hacen uniéndose irreversiblemente a ella e impidiendo que forme la pared celular imprescindible para su vida. Dos de los principios activos presentes en el té, la epicatequina galato y la epigalocatequina galato son polifenoles que, a altas concentraciones, han demostrado en laboratorio y al microscopio electrónico, cómo son capaces de modular la resistencia a los antibióticos de uno de los microorganismos más peligrosos, el "Staphylococcus aureus" y, además, se ha observado que también podrían ser capaces de dañar sus membranas celulares.

Esta es una bacteria que se encuentra en la piel y las fosas nasales de las personas sanas y que puede causar infecciones cuando traspasa las barreras naturales de los tejidos. Puede provocar desde abscesos cutáneos hasta enfermedades que pueden poner en peligro la vida como neumonía, meningitis, endocarditis, síndrome del shock t

oxico (SST) y sepsis.


Según diferentes estudios realizados desde varios centros de investigación los principios activos del té verde son capaces de inhibir en gran medida a unas proteínas que produce la bacteria patógena, que son sus armas para defenderse del antibiótico e impedirle actuar. En la actualidad, el uso de las catequinas no es suficientemente conocido, por lo que científicos de la School of Farmacy de la Universidad de Londres, expertos en el t

ema, aseguran que las investigaciones en este sentido están garantizadas.


Es necesaria la continuación de los estudios para comprobar el efecto antimicrobiano de los extractos de Camelia sinensis "in vivo" y poder desarrollar inhibidores de los mecanismos que utilizan las bacterias para hacerse resistentes frente a los medicamentos.

Efectividad antimicrobiana

La actividad antibacteriana del té viene determinada en parte por su grado de fermentación y por la estación de recolección y manufactura para su venta. El té verde procede de la misma planta que el té negro ("Camellia sinensis"), y se obtiene secando las hojas por acción del vapor (sistema japonés) o por el calentamiento (sistema chino). Estos procesos casi no alteran su composición química. Las hojas del té verde no se dejan fermentar después de cosechado y antes del proceso de secado, para que retenga los ingredientes activos de la planta, los polifenoles.

Centros de investigación como la University of Memphis en Estados Unidos o la National Taiwan University han observado como los tés menos fermentados cons

ervan de forma excelente su potencial antimicrobiano, al igual que otros que si son preparados durante el verano presentan más cantidad de polifenoles que si se preparan para su venta en otoño, invierno o primavera.


Otras Novedades sobre el té!!

A todos nos ha pasado que a la hora de hacernos un té, nos quedemos con la etiqueta del sobrecito de té en la mano, y el sobrecito en el fondo de la taza caliente. Ante este percance todos hacemos lo mismo… corremos a buscar una cuchara para quitarlo.

Lo cierto es que esto no tiene nada de grave, es simplemente algo molesto, y que tal vez nos haga maldecir, pero nada más. De todos modos, ya existe una solución para este pequeño problema de los sobrecitos de té. Se trata de unos originales sobrecitos diseñados por la alemana Elisabeth Soós.

Parece que a Elisabeth le pasaba muy seguido esto de que se le rompiera la etiqueta, y por eso ha decidido realizar unos sobres de té con unos barquitos de papel en lugar de una etiqueta. Así es, solo se pone el sobrecito en la taza, se agrega agua caliente y dejamos el barquito navegando por nuestra taza.


Sin duda que es un invento tonto, pero puede resultar de los más exitoso. Lo cierto es que como otros tantos productos visionarios, no está a la venta. Se trata solamente de un diseño personal. Pero esperamos que pronto este a la venta.

Eso si, de comercializarse no me quiero imaginar lo que van a cobrar a estos tontos barquitos de papel…

Link: Soos



Dieta atlántica: particularidades nutricionales

Desde hace más de 10 años se lleva acuñando el término "dieta atlántica" a lo que se considera un tipo de alimentación propia de los países bañados por el Océano Atlántico, diferenciada de la reconocida dieta mediterránea.

En España entre las regiones atlánticas y las mediterráneas se ha llevado a cabo desde la Facultad de Ciencias de la Universidad de Vigo y Ourense la misión de investigar las particularidades nutritivas diferenciales de la dieta atlántica como modelo alimentario saludable, tanto como la reconocida dieta mediterránea.

En la investigación "Estructura de consumo en alimentación en las dietas atlántica y mediterránea", publicada en 2003 en "Electronic Journal of Environmental, Agricultural and Food Chemestry", se describen las notables diferencias en el consumo de alimentos según la localización geográfica de los hogares. En las regiones bañadas por el Océano Atlántico es característico un consumo superior de proteínas, en particular las procedentes de carnes de rojas, de ganado bovino, acompañado por un mayor consumo de huevos, lácteos y legumbres.


Los investigadores, en su análisis de consumo, también observaron un mayor consumo de aceite de oliva, que podría restar los efectos negativos para la salud cardiovascular del exceso de alimentos de origen animal. Por su parte, el denominador común en las regiones mediterráneas es un mayor consumo de carnes magras -sobre todo conejo y pollo-, y más frutas y hortalizas que en las regiones atlánticas.


En lo relativo a la salud, el aporte de proteínas y de azúcares sencillos, aunque se acerca a los niveles máximos, está dentro de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Sí se observa, sin embargo, un aporte importante de grasa, especialmente de grasa saturada y colesterol. Además, la disponibilidad de sodio está por encima de los límites recomendados por la OMS y el aporte total de energía es también demasiado alto. Este análisis nutricional cualitativo explica en parte el aumento de los trastornos coronarios y de la obesidad en los distintos países.


DECÁLOGO DE LA DIETA ATLÁNTICA

A raíz del II Congreso Internacional de la Dieta Atlántica, celebrado en noviembre de 2006, se desarrolló, de manera consensuada, el Decálogo de Dieta Atlántica, que recoge 10 recomendaciones de alimentación saludable que se pretenden fomentar bajo el prisma y la filosofía de la esta dieta.

1. Consumo muy elevado de pescados (de mar y de río) y mariscos (moluscos y crustáceos) que constituyen la gran reserva actual natural del Atlántico. Se recomienda el consumo de pescado y marisco de tres a cuatro veces a la semana en las diferentes etapas de la vida.


2. Consumir alimentos vegetales en abundancia: cereales, patatas y legumbres. Las dietas ricas en estos alimentos constituyen la mejor manera de conseguir un perfil calórico recomendado en el que un 50% de la energía total consumida lo sea en forma de hidratos de carbono complejos, así como para favorecer un mayor aporte de fibra.


3. Consumo elevado de frutas y hortalizas. Se recomienda el consumo de una amplia variedad de frutas, sobre todo manzanas y cítricos. De las hortalizas, conviene mantener el consumo de las del género Brassica (repollo, berzas, grelos y nabizas), además de porotos, pimientos, cebollas, zanahorias, y ajos.


4. Utilización de aceite de oliva como principal grasa culinaria, especialmente como aderezo en crudo.


5. Consumir diariamente productos lácteos. Son excelentes fuentes de proteínas de alto valor biológico, minerales (calcio o fósforo) y vitaminas. De forma adicional, el consumo de leches fermentadas está asociado a una serie de beneficios para la salud al aportar microorganismos capaces de mejorar el equilibrio de la microflora intestinal.


6. El consumo de carnes es importante y debe hacerse con moderación. Es recomendable que se consuman las carnes magras que formen parte de platos a base de verduras, legumbres o patatas.


7. Se recomienda la ingesta abundante de líquidos, sobre todo de agua como bebida de excelencia. El vino se ha de tomar a través de un consumo moderado, responsable e inteligente, y con las comidas.


8. Gusto por la sencillez en la preparación de los alimentos para mantener la calidad de las materias primas y, por tanto, el valor nutritivo. El empleo de la cocción, la plancha, la fritura en aceite de oliva o las técnicas de empanado no desvirtúan las características organolépticas y nutritivas de las materias primas de la dieta atlántica.


9. Mantenimiento de los hábitos alimentarios tradicionales atlánticos. Se sabe comer y se disfruta de ello.


10. Realizar actividad física todos los días es tan importante como comer adecuadamente.



DECLARACIÓN SOBRE LA DIETA ATLÁNTICA

Un conjunto de organismos e instituciones de reconocido prestigio como la Universidad de Santiago de Compostela, la Fundación Española de la Nutrición (FEN) y la Asociación Galega de Estudios de Dieta Atlántica (ASGAEDA), entre otros, se han unido para convertir la dieta atlántica en referente mundial de dieta saludable. Fruto de los encuentros entre científicos y profesionales españoles y portugueses se constituyó en 2003 en Portugal el Centro Europeo de Dieta Atlántica (CEDA). En 2006, las instituciones españolas mencionadas firmaron la Declaración de Baiona sobre Dieta Atlántica. El fin último es desarrollar una Estrategia de Mantenimiento y Promoción de la Dieta Atlántica.



Fuente: Consumer



El melón

El melón es el fruto de la melonera, planta que pertenece a la familia de las cucurbitáceas. Las características que más llaman la atención de esta fruta son su gran tamaño, no son raciones individuales como la mayoría de las frutas, y la corteza dura que le sirve de protección.

Melones de diferentes clases

Las variedades de melón más comunes en nuestro entorno son Futuro, Categoría y Piel de sapo. Todas ellas tienen una forma y un tamaño uniforme, aunque en el país también se comercializan otras variedades con características particulares.


Tendral: Se conoce también como melón de invierno ya que se vende desde noviembre hasta enero. Su corteza, de color verde oscuro, es muy gruesa y rugosa le hace ser muy resistente al transporte. Si el melón está sin madurar resulta poco sabroso y su sabor recuerda al del pepino.






Honey Dew: Por dentro y por fuera es de color amarillo pálido. A diferencia de la anterior su corteza es lisa y suave, la pulpa es muy jugosa, azucarada y crujiente. Fuera de la temporada también se pueden comer porque se importan desde Costa Rica y Brasil.







Galia: Su forma es esférica y el color de la corteza es verde hasta que madura y se vuelve amarillo intenso. Su pulpa es blanca verdosa y desprende un exquisito aroma.






Charentais o Cantalupo: Son frutos esféricos y algo aplastados que se identifican por las rayas longitudinales que atraviesan su corteza y por ser una de las variedades menos pesadas. Su piel es fina y amarilla y la pulpa destaca por su color anaranjado y su intenso aroma.











Una fruta refrescante y rica en antioxidantes

El melón es una de las frutas más refrescantes debido a que el 80 por ciento de su composición es agua. El 20 por ciento restante está formado por carbohidratos sencillos -principalmente sacarosa- por lo que su contenido energético es bajo; unas 52 Kcal por 100 gramos. Entre los minerales destacan el potasio y el magnesio. Es una fuente excelente de provitamina A -betacaroteno-, de acción antioxidante, en mayor cantidad cuanto más anaranjada es la pulpa. Su acción antioxidante también viene determinada por la vitamina C que se encuentra en el melón en cantidades importantes.

Tabla de composición por 100 gramos de porción comestible

Energía (cal)
Hidratos de carbono (g)
Fibra (g)
Magnesio (mg)
Potasio (mg)
Provit A (mcg)
Vitamina C (mg)
Folatos (mcg)*
52,4
13,1
0,8
11,8
320
3
32,1
2,7

*mcg = microgramos



Seleccionar un buen ejemplar

En el mercado es conveniente escoger los melones que sean duros y no presenten marcas. Hasta que el melón no alcanza su madurez su sabor recuerda al del pepino y una vez maduro se puede degustar el exquisito y refrescante sabor dulce que presenta. Detectar si un melón está maduro es importante porque al ser una pieza de gran tamaño conviene acertar en la elección. Para saber si un melón está maduro, hay que tomarlo entre las manos con firmeza: si al presionar suavemente los extremos cede un poco, significa que está bien maduro y es el momento ideal para consumirlo. Si se adquieren ejemplares verdes, se pueden dejar madurar unos días. En cambio, se han de rechazar los ejemplares que están pasados que se identifican por su corteza pegajosa.

Una vez abierto el melón, conviene guardarlo en la nevera cubierto con un film transparente, ya que desprende un olor muy fuerte y absorbe fácilmente el sabor de otros alimentos. Si está entero, es suficiente para que se refresque con meterlo en el frigorífico una o dos horas antes de servir.



Ingrediente estrella del verano

El melón, en todas sus variedades, es un excelente postre o un prefecto entrante -combinado con jamón o salmón-, teniendo en cuenta que se ha de servir bien frío. Se puede comer cortado en rodajas, relleno o acompañado de otras frutas como las grosellas o las fresas silvestres. Como postre el melón también puede formar parte de sorbetes y helados obteniendo un refresco fantástico o incluso se puede servir en forma de puding.

Sin embargo, esta fruta tiene muchas más utilidades además del postre. Forma platos tan conocidos como el melón con jamón que se toma como entrante. También es un ingrediente más de cremas frías y ensaladas de verano. Algunos alimentos que combinan bien con el melón en ensaladas son: hojas de menta fresca aliñados con aceite y limón, naranjas y berros o con apio muy picado, cebollas, aceitunas y mayonesa.

Aunque no es algo tan habitual, el melón también se puede incluir como guarnición de carne asada, foie gras o pollo asado con un toque especial que se consigue espolvoreando con pimienta.


Fuente: Consumer